El 80% del territorio de la prefectura de Gifu es boscoso. Al norte tenemos montañas del orden de los 3000m de altura, de las cuales se extrae madera de alta calidad, base fundamental de la creatividad de los carpinteros y fabricantes de muebles de Gifu. Sin embargo en la actualidad, a pesar de la abundancia de los materiales, hace falta nuevos artesanos que la trabajen, por lo que la madera se envía casi en su totalidad a otras prefecturas. En vista de ésta situación, Yuto Morohashi, quien participó por primera vez el 2012, en el festival Gujo Odori, y además quedó impresionado por el baile Bon tan arraigado al pueblo, dio inicio a su negocio “Gujo Mokuri”, de ventas de Geta (sandalias de madera) en 2014, pues como él dice: “...me sentí muy triste al ver que las Geta no eran hechas en Gifu”... Las Getas de Morohashi son elaboradas completamente con madera de ciprés japonés, consiguiendo unos resistentes “zapatos de baile para danzar toda la noche”. Mediante técnicas locales de impresión en serigrafía y el Aizome (teñido con tinta azul), consiguió confeccionar las correas para las sandalias totalmente en la ciudad de Gujo, logrando así una sandalia netamente local. Los llamados “dientes” de 5cm de la Geta, no solo están diseñados para darle un buen sonido, sino también para que el danzante se vea hermoso mientras baila.
El Gujo Odori también ha inspirado a “creadores” en las discotecas regionales. “Se podría argumentar que el “Rave” y los bailes toda la noche tienen su origen en los bailes de Gujo. Especialmente el “Harukoma”, cuyo dinamismo musical tuvo un gran influencia en mí”, nos comenta el DJ MOTIVE, quien ha lanzado “Harukoma Mix” con su propio sello discográfico. “Los músicos que tocan en las Yakatas, son como los ancestros de los DJ. Quiero crear música “dance” que pueda competir con ellos”.
El agua blanda que almacenan los bosques abundantes de Gujo, fluye desde las montañas del norte hacia las llanuras de Minohirano en el sur. La técnica de elaborar a mano el papel japonés de Mino o Minowashi, arraigado a éstas tierras, ha sido registrada como Patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO. Es paradójico que ésta técnica que atrae la atención del mundo, se esté perdiendo poco a poco con el flujo de los jóvenes hacia las grandes urbes. Sin embargo un joven llamado Kenji Sawaki, preocupado con el futuro del Washi, continúa con su elaboración, desde el cultivo de las moreras japonesas que son la materia prima y que tardan un año en crecer, hasta la elaboración manual del Minowashi, que tarda 2 semanas en hacer una simple hoja. Su rostro muestra determinación cuando afirma: “Quiero transmitir a las siguientes generaciones la técnica”.
Es ya casi inminente la falta de artesanos capaces de transmitir las técnicas ancestrales, pero dentro de este contexto, han empezado a surgir personas que están llevando los productos “hechos en Gifu”, fuera del límite local. Como ejemplo de esto, podemos citar a la editora “Sakadachi Books”, ubicada en la ciudad de Gifu, que el año pasado ha publicado la revista “Gifu No Mono” (Las “cosas” de Gifu). En la cual se enfoca el trabajo detallista del artesano, que no escatima esfuerzos para elaborar productos de calidad, transmitiendo con sinceridad el sentimiento del artesano.
Se dice que el pueblo de Gifu tiene alma de artesano, pero no de comerciante. No obstante, la sinceridad que es virtud de muchos lugareños, ha hecho posible la transmisión y protección de las técnicas. Así mismo, los encargados de transmitir el legado a las siguientes generaciones, deben reexaminar la gracia de la naturaleza que está bajo sus pies, así como también la cultura y tradiciones, para de esta manera hacer posible la creación de una nueva legión de artesanos o “creadores de productos”. Se puede sentir la pasión silenciosa al fondo de sus pupilas, una especie de orgullo oculto.